Me impresionó un poema de Vladímir Mayakovski (1893 – 1930), uno de los símbolos de la Revolución rusa. Lo escribió durante su viaje a México en 1925. Es traducido por Carlo Antonio Castro y Raymundo Aguas Franco. Eso dice :
Trópicos
Me asomo:
He ahí
los trópicos.
Mi vida entera
suspiré una y otra vez por ellos.
Y el tren
avanza de prisa
entre palmares
entre platanales.
Sus abanicantes siluetas
adoptan figuras que marean:
Ora me parecen sacerdotes,
ora pintores.
¡Ay, ni uno mismo
da crédito a sus ojos!:
Entre el alboroto y el hervor
se yerguen los cactos
cual tiros de samovar.
Y en esas chimeneas las avecillas
lucen más lindas que de ordinario.
En tal sentido
—gorrioncillos
parecen—
cantan claramente. No acabo
de compenetrarme del bosque, el delirio,
el calor
el día,
cuando día
y bosque desaparecen
sin crepúsculo
ni
transición.
¿Dónde está el horizonte?
Toda línea
se ha desvanecido.
Aclárame
¿cuál es la estrella
y dónde
están los ojos del jaguar?
Ni el más hábil
recaudador contaría
las estrellas
del trópico nocturno,
a tal punto
en las noches de agosto
colmadas de luceros
son infinitas.
Me asomo:
No se distingue nada.
Mi vida entera
suspiré por los trópicos.
El tren sigue su marcha
entre el paisaje,
entre el aroma
de los plátanos.
He ahí
los trópicos.
Mi vida entera
suspiré una y otra vez por ellos.
Y el tren
avanza de prisa
entre palmares
entre platanales.
Sus abanicantes siluetas
adoptan figuras que marean:
Ora me parecen sacerdotes,
ora pintores.
¡Ay, ni uno mismo
da crédito a sus ojos!:
Entre el alboroto y el hervor
se yerguen los cactos
cual tiros de samovar.
Y en esas chimeneas las avecillas
lucen más lindas que de ordinario.
En tal sentido
—gorrioncillos
parecen—
cantan claramente. No acabo
de compenetrarme del bosque, el delirio,
el calor
el día,
cuando día
y bosque desaparecen
sin crepúsculo
ni
transición.
¿Dónde está el horizonte?
Toda línea
se ha desvanecido.
Aclárame
¿cuál es la estrella
y dónde
están los ojos del jaguar?
Ni el más hábil
recaudador contaría
las estrellas
del trópico nocturno,
a tal punto
en las noches de agosto
colmadas de luceros
son infinitas.
Me asomo:
No se distingue nada.
Mi vida entera
suspiré por los trópicos.
El tren sigue su marcha
entre el paisaje,
entre el aroma
de los plátanos.
*
Vladímir Mayakovski
*
Gracias Ramón por la visita !